Desde 1974, cada 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, una fecha en la que se busca unir esfuerzos de gobiernos, empresas y ciudadanos con el fin de hacer frente a las problemáticas ambientales del mundo.
Para el año 2021, la Organización de Naciones Unidas -ONU- ha hecho un llamado a cuidar los ecosistemas del planeta, pues, de acuerdo con la institución, cada tres segundos el mundo pierde una superficie de bosque equivalente a un campo de fútbol y, tan solo en el último siglo, hemos destruido la mitad de nuestros humedales. El 50% de nuestros arrecifes de coral ya se han perdido y, para 2050, podrían desaparecer hasta el 90%, incluso si el calentamiento global se limita a un aumento de 1,5°C.
Esta fecha es también el inicio del llamado Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de Ecosistemas (2021-2030), una misión global para revivir miles de millones de hectáreas de ecosistemas. La ONU asegura que solo con ecosistemas saludables podemos mejorar los medios de vida de las personas, contrarrestar el cambio climático y detener el colapso de la biodiversidad.
En esta labor, de la que deben ser partícipes gobiernos, ciudadanos y empresas, se integran los Objetivos de Desarrollo -ODS- 13 (Acción por el clima), 14 (Vida submarina) y 15 (Vida de ecosistemas terrestres).
Para reconocer la importancia de los ecosistemas, resulta necesario recordar, en primer lugar, cuáles son los tipos de ecosistemas existentes. La ONU los ha clasificado así: Bosques y árboles; Ríos y lagos; Pueblos y ciudades; Océanos y costas; Tierras de cultivo y pastizales; Montañas; Turberas.
Los ecosistemas son la fuente de múltiples beneficios para las especies: clima estable, aire respirable, suministros de agua, alimentos y materiales de todo tipo, así como protección ante desastres y enfermedades. Son importantes para la salud física y mental, así como para la identidad de los pueblos.
El cuidado de los ecosistemas representa un beneficio para el medio ambiente y las diversas especies animales que los habitan, pero, principalmente para la misma especie humana. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura -FAO- (por sus siglas en inglés), todos las personas dependen de los bosques y su biodiversidad, unos más que otros, y alimentar a la humanidad y conservar y utilizar de forma sostenible los ecosistemas son objetivos complementarios con una estrecha interdependencia entre ellos.
Los ecosistemas y sus diferentes componentes han sufrido grandes pérdidas a través de los años. De acuerdo con el Informe Planeta Vivo 2020, del Fondo Mundial para la Naturaleza -WWF- (por sus siglas en inglés), se observa en el mundo un desplome medio del 68% en las poblaciones analizadas de mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces entre 1970 y 2016. Según la organización, estas tendencias poblacionales de las especies son importantes porque constituyen un buen indicador de la salud global de los ecosistemas. Según cifras de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza -UICN-, más de 37,400 especies están amenazadas de extinción.
Otros datos importantes que permiten evidenciar la necesidad de trabajar conjuntamente para recuperar y conservar los ecosistemas en el mundo, son los presentados por la ONU:
Frente a las cifras mencionadas, sumado al hecho de que el mundo ha tenido que enfrentarse durante más de un año a la pandemia causada por el virus COVID-19, juntar esfuerzos para proteger la biodiversidad y los ecosistemas se traduce en una necesidad urgente. “La pérdida de biodiversidad facilita, cada vez más, la transmisión y propagación de patógenos procedentes de especies animales, como es el caso de la COVID-19”, plantea Luis Suárez, biólogo y coordinador de Conservación de WWF España, para quien “un Planeta sano es nuestro mejor antivirus”.
El primer y gran paso para empezar a cuidar y promover la conservación de los ecosistemas es informarse adecuadamente. Es importante conocer qué tipos de ecosistemas existen, cuáles de ellos componen las localidades en las que habitamos y qué factores de riesgo existen sobre ellos.
La ONU ha puesto a disposición de los ciudadanos un Manual de Restauración de los Ecosistemas, en el que resalta algunas labores puntuales que pueden ejercer las personas para contribuir en esta labor:
Los ecosistemas forestales enfrentan una gran presión dado el crecimiento poblacional y el ansia por tierra y recursos. Para conservarlos, la ONU recomienda: plantar árboles, ayudar a la regeneración natural y restaurar los paisajes naturales.
Estos ecosistemas se enfrentan a la contaminación de sustancias químicas, plásticos y aguas residuales, así como a la pesca y extracción de agua excesiva. Para conservarlos se propone: limpiarlos, regular el acceso de personas, restaurar la vegetación, integrar la sostenibilidad en los planes de pesca y restaurar las fuentes hídricas contaminadas.
Millones de toneladas de desechos plásticos están dañando a criaturas como las aves marinas, las tortugas y los cangrejos. El cambio climático está dañando a los arrecifes de coral y se están talando los manglares para las granjas piscícolas y otras actividades. La pesca en exceso pone en riesgo a las poblaciones de peces. Para conservar este ecosistema se propone: limpiar, restaurar la vegetación arriba y abajo del agua y promover el uso consciente y sostenible de los mares.
La manera en que se están empleando los recursos del suelo está agotando su vitalidad. La labranza intensiva, los monocultivos, el pastoreo excesivo, y la eliminación de matorrales y árboles están deteriorando el preciado suelo y su vegetación. El exceso de los agroquímicos está contaminando los cursos de agua y dañando la vida silvestre. Para conservarlos, la ONU recomienda: Invertir en mecanismos naturales para el control de plagas, cultivar más árboles, proteger las zonas de pastizales cercanas a los ríos, optar por un pastoreo sostenible y proteger las especies nativas de fauna y flora.
Las regiones montañosas son particularmente sensibles al deterioro de las presiones humanas y el cambio climático. Las pendientes pronunciadas significan que la tala de los bosques puede provocar una grave erosión del suelo y la pérdida de hábitats. Para proteger estos ecosistemas: restaure los escudos forestales, restrinja la extracción y las excavaciones, permita que migren los ecosistemas, cultive de forma sostenible y utilice los recursos de forma consciente.
Pese a su importancia, las turberas alrededor del mundo están siendo drenadas y convertidas para usos agrícolas, el desarrollo de infraestructura, la minería, y la exploración de gas y combustibles. Las turberas también se están deteriorando debido a los incendios, el pastoreo excesivo, la contaminación del nitrógeno y la extracción de turba para combustibles o como medio de cultivo. Para su conservación se recomienda: incluir estos ecosistemas dentro de las zonas protegidas, contener los drenajes, acelerar la recuperación plantando especies propias de la zona y promover el uso de fuentes de energía alternativas para reducir la demanda de la turba como combustible.