Alimentación sostenible: qué es y cómo favorece al planeta
La creciente preocupación por el cuidado del medio ambiente, la preservación de los recursos y la salud en el mundo, ha llevado a una parte de la población a incorporar hábitos de alimentación sostenibles en su día a día.
La Organización de las Naciones Unidas -ONU- estima que la industria alimentaria es responsable del 30% del consumo energético mundial y de un 22% de los gases que provocan el calentamiento global. Los cálculos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura -FAO- (por sus siglas en inglés) señalan que para el año 2050 seremos más de 9.000 millones de seres humanos en el planeta y que vamos a necesitar producir un 60% más de alimentos.
A pesar de esto, llevar a cabo una alimentación sostenible puede tratarse de una tarea compleja para muchas personas, debido a diversos factores económicos, sociales y de salud. Es por esto que se recomienda optar por los hábitos que, si bien favorecen al medio ambiente, pueden ser abordados desde las condiciones de vida propias de cada individuo y sin afectar la salud.
¿Qué es alimentación sostenible?
La alimentación sostenible se entiende como aquella que satisface las necesidades alimentarias y nutricionales de las poblaciones generando un bajo impacto sobre el medio ambiente. De acuerdo con la FAO, las dietas sostenibles “protegen y respetan la biodiversidad y los ecosistemas, son culturalmente aceptables, accesibles, económicamente justas y asequibles y nutricionalmente adecuadas, inocuas y saludables, y optimizan los recursos naturales y humanos”. El objetivo de una alimentación sostenible está en generar el menor impacto posible en el ambiente, satisfaciendo las necesidades nutricionales de cada individuo.
Según un informe de The British Dietetic Association -BDA-, se estima que si los individuos modifican su patrón de alimentación actual a un patrón de alimentación más sostenible se lograría disminuir la emisión de gas de efecto invernadero en un 31%, se podría ahorrar agua hasta en un 17%, se reduciría la utilización de tierra disponible en un 34% y para el 2050 habría una reducción de 1.5-2.1 toneladas equivalentes de CO2.
Beneficios de la alimentación sostenible
Si bien, incorporar una alimentación sostenible supone un grado mayor o menor accesibilidad, de acuerdo a las condiciones socioeconómicas, de salud y la ubicación geográfica de las poblaciones. Son cada vez son más los países que incluyen la sostenibilidad alimentaria en sus políticas alimenticias y guías educativas para el consumidor. Estos son algunos de los beneficios de implementar dietas sostenibles de acuerdo a la FAO:
1. Actúa contra el cambio climático:
Las emisiones globales de gases de efecto invernadero descenderán un 64% para 2050 si redujéramos un 50% la producción y el consumo de alimentos de origen animal.
2. Protege los bosques:
La producción sostenible de alimentos prevendría la deforestación al dedicar menos tierra a la ganadería.
3. Mejora la salud y contribuye a la seguridad alimentaria:
Una dieta más sostenible evitaría 11 millones de muertes prematuras, tal y como asegura un estudio de 2019 publicado en la revista científica The Lancet.
4. Favorece la supervivencia de especies amenazadas:
Entre el 20 y el 40% de los mamíferos y aves que podrían extinguirse para 2060 tendrían alguna opción de sobrevivir.
5. Preserva los recursos hídricos:
Con una dieta más sostenible se gastaría menos agua y se reduciría la contaminación de ríos y zonas costeras a causa de la ganadería o el cultivo de alimentos para animales.
Hábitos para una dieta sostenible
Aunque los hábitos de alimentación y requerimientos nutricionales de cada persona son diversos, existen múltiples acciones que pueden llevarse a cabo para favorecer el cuidado del medio ambiente. La Organización de Consumidores y Usuarios -OCU-, ha planteado una guía con 10 recomendaciones para implementar hábitos que permitan llevar a cabo una dieta más sostenible:
1. Reducir el consumo de alimentos de origen animal:
La OCU destaca que el consumo de alimentos de origen animal, especialmente de carne, está por encima de las recomendaciones nutricionales. Y , de acuerdo con la ONU, una reducción del consumo de carne a nivel mundial es clave para luchar contra el cambio climático ya que la producción ganadera es una de las principales emisoras de gases de efecto invernadero.
2. Evitar el desperdicio de alimentos:
Esta recomendación es una de las metas de los ODS. El ODS 12 para la producción y el consumo responsables señala en una de sus metas que para el año 2030 se debe «reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha».
3. Comer carne que proceda de ganadería extensiva
La OCU indica que, en el caso de consumir carne y productos de origen animal, es mejor optar por aquellos que procedan de producciones extensivas de pasto, «ya que estos animales tiene un impacto social de fijación de población rural, además limpian el campo, lo que previene los incendios, y presentan una huella de carbono mucho más baja que la de la cría intensiva».
4. Consumir productos locales:
Consumir productos elaborados en entornos cercanos reduce el impacto ambiental e incentiva la economía local contribuyendo a mejorar el tejido económico y social.
5. Consumir productos de temporada:
Consumir productos de temporada ayuda a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y favorece la sostenibilidad de la tierra. Estos productos se recogen en su punto óptimo de maduración, por lo que están en el mejor momento de calidad y precio.
6. Elegir productos producidos de forma agroecológica:
La OCU señala que, además de los productos con etiqueta de producción ecológica, «cualquier forma de agricultura que favorezca un uso menor de pesticidas, un cultivo más racional y un adecuado manejo del suelo es mejor, aunque no necesariamente el impacto de los productos sea menor».
7. Evitar alimentos transportados en avión:
Este tipo de alimentos contribuyen a generar altos niveles de contaminación, de acuerdo con la OCU. Por esta razón es recomendable evitarlo cuando sea posible y optar, como se ha comentado anteriormente, por productos locales.
8. Elegir productos a granel:
Los productos a granel disminuyen el impacto ambiental al reducir el uso de envases, en su mayoría elaborados con plástico. Sin embargo, es importante saber manejarlos y almacenarlos, pues, de acuerdo con la OCU, su tiempo de caducidad es menor.
6. Apostar por el comercio justo:
A la hora de adquirir determinados productos como el café o el cacao, procedentes de otros países, es recomendable elegir los de comercio justo para favorecer a la sostenibilidad social y económica de los países productores. Según la definición de la Organización Mundial del Comercio Justo -WFTO- por sus siglas en inglés), este tipo de comercio contribuye al desarrollo sostenible ofreciendo mejores condiciones comerciales y asegurando los derechos de productores/as y trabajadores/as desfavorecidos.
7. Comprar menos productos procesados:
Disminuir el consumo de productos procesados y optar por productos frescos, locales y de temporada es una de las mejores opciones para llevar a cabo una dieta sostenible, ya que demandan menos recursos en su producción.
Es bien sabido que los recursos hídricos y terrestres no son inagotables, por lo que llevar a cabo un cambio alimentario, desde la individualidad y las condiciones propias de cada persona, que contribuya no solo a la conservación ambiental, sino a la salud y seguridad alimentaria, es una de las formas de favorecer el desarrollo sostenible del planeta. Este tipo de alimentación, alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible -ODS- de las Naciones Unidas, se traduce en un consumo responsable, sostenible y ético de los recursos, tanto a nivel local como global.