El día en que el cacao salvó una familia
Las cicatrices que José Olivo Rodríguez exhibe en su cuerpo son un recordatorio del día en que este campesino caqueteño decidió darle un giro a su vida, pensar en grande y darle un “no” definitivo a la deforestación.
Una muleta apoya su andar mientras recorre los senderos que conectan su casa con los cultivos de su finca, ubicada en la vereda La Reina (en el municipio de Solano, Caquetá), donde José Olivo y su familia se han dedicado por décadas a sembrar cacao y otras especies para autoconsumo como yuca, maíz y plátano. Además, tienen una huerta con variedad de productos y un vivero con especies forestales, del que han sembrado más de 14.000 árboles.
Una nueva forma de ver la vida
Un día, en medio de sus jornadas como labriego, José Olivo tomó un hacha y se dispuso a cortar un árbol de considerables dimensiones. Este hombre no contaba con que el grueso y pesado tronco terminaría cayendo sobre él, enterrando sus ramas en la integridad del caqueteño y soportándolo en la tierra.
El árbol se me vino encima y me golpeó en el cráneo, fracturándolo. Además, me partió la columna, me trituró los huesos de los dedos de mi mano izquierda y me partió un pie, narra José Olivo, quien milagrosamente sobrevivió.
El labriego explica que, en un punto de su larga recuperación tras el accidente, concluyó que los árboles no deben ser talados y que son las personas las que deben cambiar la forma en que sacan provecho de la naturaleza. A partir de ahí, José Olivo decidió no volver a talar el bosque, sembrar árboles para devolverle a la naturaleza parte de lo que se le ha quitado y promover el cultivo de cacao con sus vecinos, como una alternativa muy rentable que no atenta contra los árboles.
En adelante, las cosas no volverían a ser iguales en esta finca del caño Sevilla, de la vereda La Reina.
Cacao, grano salvador
A raíz del acontecimiento, Rosalba Capera Zapata, esposa de José Olivo, y su hijo mayor debieron hacerse cargo de todo el trabajo de la finca hasta que el padre de familia pudiera volver a estar al frente de los cultivos.
El accidente de José Olivo fue muy duro para nosotros, más porque él era el que trabajaba en nuestro hogar. Pero ya hoy sale caminando y podemos trabajar con él. No puede hacer las labores al mismo ritmo que antes, pero ya nos puede colaborar, cuenta Rosalba con optimismo y orgullo por la recuperación de su esposo.
Una vez superó su convalecencia, las obligaciones del hogar y, principalmente, la determinación de quien día a día debe ganarse su pan le dieron a José Olivo el impulso necesario para retomar sus labores. Sin embargo, el hombre se dio cuenta de que las secuelas del accidente redujeron su capacidad.
Lejos de rendirse, José Olivo, su esposa y sus hijos resolvieron promover el cultivo de cacao dentro de la vereda, mostrando a los demás habitantes la rentabilidad del producto, comparando las utilidades del cacao, con los cultivos de uso ilícito que abundan en la zona y sobre todo, hablando de paz y tranquilidad en su vida cotidiana.
“El cultivo de cacao ha sido una bendición, ya nos dio para comprar otra finca, en la vereda Las Mercedes, en la que tenemos más cacao y que estamos reforestando, porque esa finca tenía potreros y cultivos de hoja productora. Yo a esos cultivos ilícitos no le hago. Yo ahí estoy sembrando más cacao y muchos árboles como alisos y tecas, que he sacado del vivero que hice con mi familia”.
Como don José Olivo, los demás asociados del Gremio de Productores de Cacao en Sistemas Agroforestales del municipio de Solano (Procacao) empezaron a cultivar este producto, luego de escuchar todas las bondades del grano. Ahora, hacen parte de los proyectos productivos que apoya el programa Visión Amazonía del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, y con el que están adecuando la sede que les aportó la alcaldía y en donde tendrán un centro de acopio.
Yo le apuesto al cacao porque me di cuenta de que son pocos los gastos que necesita y la producción es grande, de unos 5 a 10 kilos por cada palo, además no hay que seguir talando árboles. Es un cultivo “de oro”, prácticamente, sostiene José Olivo.
Por su parte, Rosalba cuenta que, así como la producción de cacao ha sido muy positiva para su familia, también podría serlo para las otras 12 familias que habitan la vereda La Reina.
El cacao es una muy buena alternativa frente a los cultivos ilícitos, porque no se acuesta uno con esa preocupación de que lleguen las avionetas a fumigar o las autoridades a llevárselo a uno preso.
Una ilusión de largo aliento
El cacao hizo pensar en grande a José Olivo, para quien la transformación de la mano de este grano no debería limitarse solo a su finca, sino expandir sus bondades a toda la vereda La Reina y, por qué no, en todo Solano.
En primer lugar, este campesino decidió sumarse a la alianza entre Visión Amazonía y Procacao, de la cual hoy es asociado.
Así mismo, don José Olivo se propone motivar a sus vecinos para que decidan cultivar más de este grano, para luego -con una producción consolidada- crear otro centro de acopio en la vereda Las Mercedes, para luego -entre todos- empezar con la transformación del cacao en chocolate.
“Mi sueño no solo es tener un gran cultivo de cacao en mi finca y en la vereda, es que desde aquí puedan empezar a hacerse chocolatinas, por ejemplo. No queremos vender la materia prima solamente, queremos vender el producto procesado y así obtener mayores utilidades.”
– José Olivo.