Luchar contra el hambre, una responsabilidad colectiva
Por: Roberto Vázquez, Director de Asuntos Corporativos de Kellogg para América Latina
El hambre que padecen niñas, niños y sus familias impacta directamente en el desarrollo social y económico de los países. Esto implica plantear soluciones estructurales que conduzcan a resolver el problema, reducir las brechas sociales y convertir al mundo en lugar justo, donde la alimentación permita la realización y satisfacción de todos.
Para visualizar la dimensión de la situación, basta con analizar las cifras que muestran un panorama crítico: la FAO indica que el número de personas que padecen hambre en nuestra región aumentó, al pasar de 51 a 62 millones en los últimos tres años.
A este indicador se le debe prestar especial atención, pues de este flagelo se derivan muchas de las dificultades que afectan el progreso de los habitantes en el continente.
Ante este panorama, la conmemoración del Día Mundial de la Alimentación en octubre se constituye como una respuesta global para enfrentar el fenómeno en forma colectiva, a través de la sensibilización de los ciudadanos y los gobiernos para actuar contra el hambre.
Hoy, este llamado está más vigente que nunca, después de la aparición de una pandemia que generó inestabilidad económica en las familias a raíz de la pérdida de empleos y fuentes de ingreso.
Mejores Días, un caso de éxito
Desde la industria de alimentos, nos unimos a la lucha contra el hambre para generar mejores condiciones de vida e igualdad de oportunidades. Una iniciativa concreta es el programa ‘Mejores Días’, el cual tiene como objetivo movilizar y sensibilizar a más 3 mil millones de personas hacia finales de 2030 en torno a la seguridad alimentaria en el mundo.
Nuestro compromiso con la sociedad se refleja al contribuir con la nutrición de mil millones de personas que lo necesitan, alimentar a 375 millones de personas a nivel global; y al cuidar a las personas y al planeta, a través de la preservación de los recursos naturales y la reducción del desperdicio de alimentos.
Es vital resaltar que la lucha contra el hambre en Latinoamérica requiere unir esfuerzos y voluntades. Por ejemplo, al establecer sinergias con aliados sociales, logramos que nuestro propósito se materializara a lo largo de la región e impactara a quienes realmente más lo necesitan.
Como resultado, durante 2020, donamos más de 24 millones de porciones de alimentos a través de 20 aliados sociales en siete países, a través de programas de desayunos que beneficiaron a más de 28.000 niños en México, Colombia, Brasil y Guatemala.
En el caso específico de Colombia, establecimos una alianza con la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia (Ábaco) para mejorar el aprendizaje de niñas y niños en situación de vulnerabilidad durante el regreso a clases a través del programa Desayunos Mejores Días, el cual proporcionará alrededor de 11.500 desayunos al mes en siete departamentos del país.
Además, con la entrega de fondos, Ábaco llegó a más tres millones de personas al ampliar sus operaciones para satisfacer la demanda de alimentos ante la aparición del COVID-19, y adquirió vehículos con el propósito de recuperar hasta ocho toneladas de frutas y verduras que provienen del campo, para entregarlas a la población vulnerable de Cali.
En definitiva, el esfuerzo intersectorial, el trabajo articulado y estrategias conjuntas contra el hambre permitirán que vayamos en la dirección correcta para vivir en un mundo con igualdad de oportunidades, en el que todos puedan alimentarse para contribuir a su desarrollo personal, y así tener Mejores Días.